En 2013, Nicolás Maduro afirmó que un pajarito transmitía que Hugo Chávez era alegre y lleno de amor por el pueblo. Se desconoce el destino del ave, y se teme que haya enfrentado persecución o haya huido de Venezuela como millones de ciudadanos. A pesar de las declaraciones e iniciativas a menudo ridiculizadas de Maduro, como el Viceministerio de Suprema Felicidad Social, enmascaran el sufrimiento de miles de personas bajo su régimen. Las próximas elecciones del 28 de julio presentan un raro rayo de esperanza para Venezuela y América Latina, donde las democracias luchan contra el creciente autoritarismo. A nivel internacional, el ambiente es menos favorable para Maduro, con voces críticas de líderes de izquierda como Lula de Brasil y Petro de Colombia, y Boric de Chile, que condenan el proceso electoral de Venezuela como antidemocrático. Al mismo tiempo, la dinámica política estadounidense, especialmente con la posibilidad de un regreso de Trump, podría presionar a Maduro, lo que impulsaría sus renovadas conversaciones con la administración de Biden. La Corte Penal Internacional continúa investigando presuntos crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Según el principio de jurisdicción universal, varios casos internacionales podrían conducir a juicios y posibles arrestos de funcionarios venezolanos, sentando importantes precedentes legales contra la impunidad. El crecimiento de la extrema derecha está impactando la política internacional y afectará a Venezuela. El presidente argentino Milei mencionó posibles sanciones contra Maduro, respaldadas por el respaldo de Bolsonaro a una posible intervención militar estadounidense. Los líderes europeos de extrema derecha también han criticado a Maduro y han pedido sanciones más duras de la UE. La invasión rusa de Ucrania pone a prueba su economía y reduce su capacidad para apoyar a Venezuela. Este contexto internacional en evolución, junto con las encuestas electorales desfavorables, desafía el control de Maduro en el poder. Existen preocupaciones sobre la voluntad de Maduro de aceptar los resultados electorales y renunciar al poder pacíficamente. La paciencia de la comunidad internacional está disminuyendo y cualquier represión podría tener consecuencias por parte de la CPI. Negociar con la oposición y adaptarse al nuevo panorama internacional podría ser la mejor opción de Maduro. Una anécdota sobre la presunta comunicación de Maduro con el espíritu de Chávez a través de una mariposa amarillas , de las de García Márquez, añade un toque peculiar, posiblemente insinuando una advertencia metafórica.

La influencia de Cuba en Venezuela, que ha sido un tema de debate durante 25 años, será cuestionada a partir del 28 de julio. Los analistas han descrito a menudo a Venezuela como una colonia cubana bajo el régimen chavista. La relación entre los dos países ha estado marcada por una estrecha cooperación, particularmente a través de programas como la Misión Barrio Adentro, que involucra a profesionales médicos cubanos y que jugó un papel crucial en las victorias electorales de Hugo Chávez. Los asesores cubanos también han tenido influencia en las reformas militares y de inteligencia venezolanas. Sin embargo, esta cooperación tuvo un costo para Venezuela, que compartió sus sustanciales ingresos petroleros con Cuba, suministrando hasta 120.000 barriles de petróleo por día hasta 2014. A pesar de la disminución en la producción de petróleo de Venezuela después de 2016, los envíos a Cuba, aunque reducidos, han continuado. El gobierno cubano ha tratado de mantener su influencia discreta, con poca evidencia física de que funcionarios cubanos participen en operaciones de seguridad interna venezolanas. Recientemente, la presencia de la influencia cubana parece haber disminuido, reemplazada por intereses rusos e iraníes, a medida que las dificultades económicas han presionado a ambas naciones, reduciendo el alcance operativo de Cuba en Venezuela. La isla de Cuba está experimentando un importante descontento y dificultades económicas. Desde las protestas de julio de 2021, el régimen comunista ha estado trabajando duro para mantener el control. En particular, el desfile anual del Día Internacional de los Trabajadores fue cancelado debido a la grave escasez de gasolina, lo que provocó largas colas de combustible en La Habana. La economía cubana entró oficialmente en recesión en 2016 cuando los suministros de petróleo venezolano disminuyeron, lo que provocó recortes en los servicios públicos y escasez de bienes esenciales. Venezuela, que alguna vez fue un proveedor clave, ha reducido significativamente sus envíos de combustible, lo que obligó a Cuba a buscar otros proveedores más costosos. Los desastres naturales como el huracán Ian han sobrecargado aún más la infraestructura, provocando cortes masivos de energía. El efecto acumulativo de estas condiciones ha llevado a más de 330.000 cubanos a emigrar a Estados Unidos en 2023, superando récords de éxodo anteriores. Los factores externos incluyen la interrupción del apoyo ruso debido a la invasión de Ucrania, la reducción del turismo durante la pandemia y las sanciones estadounidenses bajo la administración Trump. No obstante, la mala gestión interna sigue siendo un problema central. Las reformas económicas temporales de 2021 proporcionaron un breve alivio, pero finalmente fueron revertidas. La relación de larga data entre Cuba y Venezuela ha sido mutuamente perjudicial, con ambas naciones en graves dificultades económicas y dependiendo de la posible asistencia de China, que sigue siendo pragmática y cautelosa. Texto Original por Pedro Benitez, publicado en->AlNavio

Uncertainty looms over Venezuela as it approaches presidential elections, with concerns that incumbent Nicolas Maduro will manipulate the results to outdo opposition candidate Edmundo Gonzalez Urrutia, who leads in polls. Maduro, aiming for a third term amidst an economic crisis, warns that the election outcome will determine whether Venezuela remains peaceful or becomes conflict-ridden. Analysts believe the elections are already compromised, potentially leading to a contested outcome and violence. Opposition leader Maria Corina Machado has been barred from the race on alleged corruption charges, leaving Gonzalez Urrutia as the opposition’s candidate. Despite Machado’s active campaign for Gonzalez, there are ongoing reports of arrests and political persecution. Maduro’s government, rejected by many Western and Latin American countries since his disputed 2018 reelection, still retains support from key domestic institutions and international allies like Cuba, Russia, and China. The country faces dire economic conditions, prompting millions to emigrate, while Maduro vows to maintain his grip on power regardless of public discontent. the majority of Venezuelans live on a few dollars a month, with deteriorating healthcare and education systems. Ana Colmenares, a 20-year-old student, expressed hopelessness for the country’s future, having only known the “Chavismo” era of Chavez and Maduro. The government attributes the economic situation to U.S. sanctions, but observers point to longstanding corruption and mismanagement, particularly in the oil industry. Political analysts, including Luis Salamanca and Rebecca Hanson, doubt a fair electoral process, suggesting potential disqualification of opposition candidate Gonzalez and possible massive fraud by Maduro’s government. Michael Shifter predicts a political crisis following the election, with international condemnation and potential for political negotiation. With 21 million eligible voters, the risk of unrest is high, especially after Venezuela rescinded an invitation for EU election observers, while allowing monitors from the UN and the Carter Center. Original text published in -> VoA

Ahead of the July 28 elections, Venezuela’s opposition, led by María Corina Machado and her proxy candidate Edmundo González Urrutia, is gaining significant momentum against President Nicolás Maduro. Historically unchallenged, Maduro’s grip on power now faces erosion as former supporters shift allegiances. González Urrutia, polling at 50-60 percent compared to Maduro’s 10-30 percent, represents a broad coalition including dissident Chavistas, democratic socialists, and Marxist-Leninists. This shift comes amidst a profound humanitarian crisis and economic collapse that has driven millions to flee the country. Despite repression, censorship, and sham elections under Maduro’s regime, the opposition pushed for fairer elections, gaining partial international support. Civil society-organized opposition primaries saw Machado win overwhelmingly, reflecting increased political activism. However, significant challenges remain, as Maduro’s regime could still manipulate the electoral process by banning candidates, rescheduling elections, or provoking conflict, particularly over the contested Esequibo region. As the elections approach, the opposition’s unified effort under González Urrutia aims at democratic transition, despite potential extreme tactics from the ruling regime. The upcoming election in Venezuela poses significant challenges amid some of the worst conditions in 25 years. The National Electoral Council (CNE), dominated by Chavistas, has barred many opposition parties from the ballot. While the Maduro regime initially invited electoral observation missions from the Carter Center, European Union (EU), and United Nations (U.N.) following a sanctions relief deal with the U.S., the EU has since been disinvited. Opposition leader Maria Corina Machado has promoted grassroots groups called comanditos to mobilize voters and plans to deploy 600,000 volunteer polling station witnesses, with 98% already in place. Despite these efforts, opposition supporters may face harassment and violence from Chavista sympathizers, potentially deterring participation. Media coverage of opposition rallies and government crackdowns has increased, with over 70 opposition-related individuals detained in early July. International pressure on Maduro is mounting, with the U.S. reimposing sanctions on Venezuela’s oil industry and criticism from Colombia and Brazil concerning the electoral conditions. Colombian President Gustavo Petro, serving as a political mediator, has called for guarantees of political rights and safety for election losers, sparking discussions on political guarantees and amnesty post-Maduro. However, such processes are complicated by the regime’s alleged human rights violations, which are under investigation by the International Criminal Court. Despite the hurdles, there remains a sense of optimism and resilience among many Venezuelans seeking an end to Maduro’s regime. Original text by Tony Frangie-Mawad, published in-> ForeignPolicy