El crecimiento del Frente Nacional en las recientes elecciones en Francia muestra que el tema migratorio es un asunto que polariza crecientemente a ese país y en general en Europa.
Por Alfredo Michelena
“Macron puede mantener la presidencia, pero Le Pen ya ganó” fue el título de un artículo del New York Times, escrito por Rachel Donadio, días antes de la elección que ganó Macron con 58,5 % de los votos emitidos. Por su parte, el Frente Nacional de la Sra, Le Pen crecía casi un 30% frente a las elecciones de 2017, en unas elecciones con un alto nivel de abstención (28%). Ahora viene una “tercera vuelta”, que serían las elecciones al congreso el próximo mes de junio.
Lo que atrae del mencionado artículo es que destaca un punto muy relevante, más allá lo que aportan las estadísticas que muestran un crecimiento de la Sra. Le Pen. Es el desarrollo de una derecha nacionalista, antimigrante y populista, ahora un tanto edulcorada, con sus promesas del tipo “estado de bienestar”, propias de socialismo centrista.
Francia, como muchos países, han tenido problemas para absorber a la población migrantes, en este caso norafricana, que ha llegado por generaciones a ese país. Las revueltas de la “banlieue” de Paris y otras ciudades del 2005 son prueba de esto.
Es la situación de poblaciones que quedan al margen de la integración sociocultural, y se va produciendo una situación de intolerancia donde ninguno pareciera estar dispuesto a cambiar y buscar puntos medios de integración. Y esto parece ser uno de los puntos clave del crecimiento de esta ultraderecha nacionalista.
Muchos analistas apuntan a que, si la invasión rusa de Ucrania no se hubiera dado Marine Le Pen pudiera haber ganado las elecciones. Pero el rechazo a su acercamiento a Putin, y a sus ideas, ahora matizadas, de romper la Unión Europea, en una especie de otro Brexit, pararon a muchos de jugarse esa carta en medio de una guerra que pudiera involucrar a toda Europa.
Empero la idea expresada por Marine Le Pen en el último debate, cuando afirmó: “Quiero luchar contra el islamismo. Hay que implementar una ley de lucha contra la ideología islamista, una ideología que ataca a la democracia, a la laicidad y a la igualdad entre hombres y mujeres”, sigue muy presente en Francia, donde el multiculturalismo parece estar en crisis.
Esta es una lección para otros países que practican esta encomiable política, como es Canadá, donde la famosa “Caravana de libertad”, escondía algunos destellos antimigrantes, pero también para EE.UU. con las políticas antimigrantes de Trump y los Republicanos.
En general, este es un asunto que debe preocupar por el crecimiento de los movimientos antimigratorios, como el que encabeza en la Unión Europea, el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, propuesta que gana cada día más adeptos en toda Europa y que tiende crecientemente a generar más tensiones sociales.
Sea por este tema u otro, el caso es que estamos viendo el crecimiento constante de los populismos y radicalismos de derecha y de izquierda, y con ellos la polarización de las sociedades. Y eso, como hemos visto en Venezuela, trae grandes catástrofes, pues impide el desarrollo de los pueblos.
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