July 25, 2024

El asesinato más exitoso de la historia

El 4 de noviembre de 1995, la paz en Medio Oriente parecía al alcance de la mano. Israel y Palestina habían firmado los Acuerdos de Oslo, en que se reconocían mutuamente y avanzaban hacia una solución en que ambos pueblos pudieran convivir. El líder palestino Yasser Arafat; el primer ministro de Israel Yitzhak Rabin, y su canciller, Shimon Peres, recibían el Premio Nobel de la Paz. Pero algunos querían evitar esa paz a toda costa. Y lo lograrían. Ese 4 de noviembre, Rabin lideró un multitudinario acto en apoyo a los acuerdos de paz, en el centro de Tel Aviv. Habló ante más de 100 mil entusiastas jóvenes. “Hagamos la paz”, fueron sus últimas palabras. Cuando dejaba el lugar, un judío ultranacionalista llamado Yagar Amir lo asesinó de dos disparos. Amir gatilló el revólver, pero antes otros habían cargado de pólvora sus manos. Tras la firma de los acuerdos de Oslo, rabinos fundamentalistas tacharon a Rabin de “traidor” y apuntaron contra él un din rodef, una autorización para asesinarlo. Benjamin Netanyahu, entonces líder de la oposición, fue el orador principal en dos protestas contra los acuerdos, bajo el cántico de “Muerte a Rabin”. También encabezó una marcha escenificada como una procesión fúnebre del primer ministro, con una cuerda de ahorcar y un ataúd. Rabin fue sucedido por su ministro Peres, quien convocó a elecciones. Estas parecían un trámite: las encuestas le daban veinte puntos de ventaja sobre Netanyahu. Entonces intervino Hamás. El grupo fundamentalista islámico también consideraba los acuerdos de paz como una traición, y lanzó una campaña de atentados terroristas en las semanas previas a las elecciones. 59 civiles israelíes fueron asesinados en buses, plazas y centros comerciales. Los atentados fueron exitosos: aterrorizados, los israelíes dieron la espalda a Peres y eligieron a Netanyahu, quien prometía ser el hombre fuerte que detendría el terrorismo. Ganó las elecciones por menos de 29 mil votos de diferencia, formó gobierno con grupos ortodoxos y ultranacionalistas, e hizo exactamente lo que Hamás quería: descarrilar el proceso de paz. Por Daniel Matamala. Texto Completo -> LaTercera

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