Unas elecciones libres y justas en 2024 parece ser el desiderátum de los EE.UU. y de la oposición venezolana, pero la falta de evolución clara hacia ese objetivo está poniendo en cuestión las medidas sancionatorias implementadas internacionalmente.
Por Alfredo Michelena
En el ámbito internacional no se puede negar que EE.UU. ha sido un gran aliado en la lucha por el restablecimiento de la democracia en Venezuela. Pero este compromiso, que se ha mantenido mientras otros gobiernos han cambiado, algunos de forma radical, como ha sido el caso de México, Argentina y ahora Colombia, pudiera también cambiar.
El apoyo al gobierno interino de Juan Guaidó y a los procesos de negociación, junto a la imposición de sanciones personales a funcionarios vinculados con el régimen, en casos de corrupción y violación de derechos humanos; así como las relacionadas con el petróleo y las finanzas han marcado una gran diferencia, frente a las simples declaraciones y denuncias que se venían haciendo.
Sin duda, la fortaleza de estas acciones han movido el orden internacional, fomentando que otros países hayan adoptado también medidas sancionatorias y promoviendo acciones para rescatar la democracia en Venezuela.
Empero, a pesar de este esfuerzo sostenido, que empezó tímidamente con el presidente Obama en 2014 y que ya va por casi una década, Maduro sigue allí y la crisis humanitaria no amaina.
Mucho se ha especulado y escrito sobre las razones de esta situación: que si la oposición venezolana no se une, que si es débil, que si le falta liderazgo, etc., etc.; que si las sanciones dañan al pueblo y no a la élite gobernante, que si no hay un verdadero respaldo internacional, que si esto ha hecho que Venezuela caiga en manos del eje oriental (Rusia, China, Irán), que si esto ha profundizado la crisis humanitaria y provocado la estampida migratoria; y pare Ud. de contar. Una discusión interminable.
Lo cierto es que el régimen de Maduro ha sabido resistir el importante impacto de las sanciones y no parece, que estén haciendo mucha mella en la coalición en el poder. En realidad, el régimen ha conseguido, con alianzas internacionales con gobiernos enemigos de EE.UU. y otros poco comprometidos con la democracia venezolana, maneras de circundar las sanciones, al menos parcialmente.
Al momento estamos frente a una búsqueda de replantear algunas de estas medidas, en lo nacional y en lo internacional.
En lo nacional ya se habla de la cohabitación y en lo internacional del levantamiento de las sanciones. Por cierto, que todo esto se ha visto acelerado por la invasión rusa a Ucrania.
Aquí el tema es que, cualquier decisión que EE.UU. pueda tomar debe articularse con su interés manifiesto- al menos por ahora- de que se den unas elecciones libres y justas. Y en esto las elecciones presidenciales de 2024 son claves. Entre tanto, hay otros asuntos que presionan, desde la necesidad de surtir el mercado petrolero frente al embargo a Rusia, hasta la petición de que se libere a la veintena de presos estadounidenses en las cárceles venezolanas; además de la presión de los tenedores de bonos para que se paguen dichos compromisos con la venta de los activos venezolanos en el exterior, léase CITGO.
Se sabe qué puede ceder EE.UU., en realidad ya lo ha hecho al permitir suplir petróleo a Europa y sacar a un sobrino de Cilia Flores de la lista de sancionados. El régimen venezolano solo ha dejado salir a dos presos gringos. Pero de negociaciones con fines electorales nada.
El régimen de Maduro ha decidido “mantenerse en sus trece” y está pidiendo cosas difíciles de obtener, entre otras por su valor simbólico, como la liberación del operador económico internacional de Maduro, Alex Saab, preso en EE.UU. o la devolución del avión retenido en Argentina.
Hace poco se hizo pública la noticia de que hay posibilidades de que se reabra la embajada norteamericana en Caracas. Esto fue negado inmediatamente por embajador estadounidense asignado para Venezuela, James Story. Empero, hay que recordar que previo a esto, hay otras alternativas, algunas ya adelantadas, como la creación de una oficina de intereses norteamericanos en Venezuela, que estaría ubicada en la embajada Suiza. En 2019, Suiza y EE. UU. firmaron un acuerdo a este fin. Ella, como sucedió en el caso cubano, asumiría las relaciones consulares en Venezuela. Lo que sería de gran ayuda para los venezolanos y las empresas que necesitan estos servicios.
En fin, todo parece indicar que estemos cerca de un importante reacomodo nacional e internacional, y en eso el horizonte de las elecciones en 2024 es clave. En política y más en la historia uno o dos años no son nada, pero para la gente que sufre esta terrible realidad es mucho.
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